miércoles, 19 de octubre de 2011

¡Mariano Ferreyra Presente!


Se cumple un año del asesinato de Mariano Ferreyra en manos de las patotas sindicales. Por eso desde Acción Artística queremos recordarlo:



UNO
Otro disparo y ya no es solamente un buen
compañero. Se tiñe de oscuro el viento espeso
que acompaña el dolor que se ala con la forma
de la verdad... esta todo muy claro.
Es un momento de verdad. Él ahora es los gritos
de la clase y de ella haciéndose de
la historia.


Queda un cuerpo coronado de gritos desgastados de
compañeros que poco entienden entre el tumulto...
Que pasa todo rápido, y mira si este pibe no despierta.
Le tocan la cara y miran asustados a la impunidad,
la palpan sufriendo con la fuerza de la venganza.
Y es por eso un momento de verdad. Donde
no hay concesiones, no hay promesas que ya se saben
truncas, ahora vemos la cara dominante en otro compañero
caído. Esta es su verdad.


                                                                   Jerónimo

DOS
Que no descuides el colegio. Que no llegues tarde. Que si comiste. Que hace cuanto que no llamas a tu abuela. Que hace cuanto que estás leyendo ese libro. Que no te olvides que tenés previa física. Que hace cuanto que no jugas a la pelota. Que hace cuanto que no ves a tus amigos. Que hace cuanto que conoces a esta gente. Que hace cuanto que empezaste ese otro libro. Que hace cuanto que no pasas un domingo en familia.
Un golpe. Un quiebre. Todo sigue en pie.
Que no sirve de nada. Que te vas a dar la cabeza contra la pared. Que yo pase por lo mismo. Que es porque estas en tus veinte. Que sentí lo que vos sentías. Que te vas a arrepentir. Que es imposible.
Otro golpe. Un nuevo quiebre. No me muevo de acá. Todos siguen en pie
Que preocuparse no basta. Que estudiar únicamente no basta. Que es necesario despertar. Que enojarme no basta. Que gritar no basta. Que accionar está bien. Que aislarse esta mal. Que reconocerme en otros está bien. Que jugar a la par con la indiferencia está mal. Que somos protagonistas de la historia. Que es necesario reescribir esta historia.


Un último golpe. El quiebre final. La belleza brotando de nuestra piel. La vitalidad en nuestra acción.

Olivia Duatra

TRES

Un grito. Humo mezclándose entre nosotros. Un lado, otro lado. Dos lados. Frente a mí, la impunidad concentrada en un envase de carne y hueso. Puedo ver su rostro. Es hora que nos volvamos verdad. Una piedra, dos piedras. Un golpe seco. El suelo.  Un pitido. Silencio {No le di de comer a la perra. El disco de zeppelín que le preste a Pablo. Los finales de Rayuela que nunca llegue a leer. La factura de gas que me olvide de pagar. Olvidarme nuevamente del cumpleaños de Fabián. La nota de Pensamiento que no pase a firmar. El arroz pegoteado de ayer que tire a la basura. Las llaves que por tercera vez en este mes me olvide al salir de casa. El cumpleaños del viejo el mes que viene. Esa canción de Callejeros que no puedo sacar de mi cabeza. El partido River que pasan por codifi } Un movimiento que le continua a un tirón del brazo. Una sensación de quemadura a la altura del pecho. El repique de las zapatillas sobre el asfalto {Como gotas de lluvia. Hace días que no llueve. Me toca regar las plantas}  Mis piernas colgando, mis zapatillas que ya no pisan y acarician apenas el suelo. Una puerta de metal que da un golpe, otro golpe. {El último silencio} Una ambulancia que transporta un cuerpo y deja cargado ese asfalto. Una ambulancia que transporta  un cuerpo y que atiza la belleza de quienes persisten. Que mantiene firmes aquellas zapatillas que cansadas de repicar, se hunden en el asfalto.
                                                                                                                                        Olivia Duatra

CUATRO

Sonó el celular y atendí distraídamente. Me abrumó el desorden de las palabras, no entendía, era una de esas cosas que no pueden modularse, que no pueden pronunciarse. Hubiese preferido no llegar a traducir aquel sollozo del otro lado. Pero así era, así es nuestra historia. O así está, y así no puede estar más.
Fue la vida en un péndulo y sentir eso punzante que se clava en el estómago.
Es como tener hambre, se te retuerce todo por dentro pero no llega a ser dolor. Es más bien como sentir que el cuerpo acompaña el zigzagueo de las ideas, que van de un lado a otro, rápidas y furiosas, asesinamente impulsivas.
El mate amargo o la línea de seguridad. Nos hacíamos acompañándonos, mientras se traslucían los proyectos hermanados en las sonrisas del andar par a par. Y lo extraño.
Pero aún lo veo, lo veo en los abrazos cansados, en esos que denotan el reconocimiento en el otro.
Lo veo en lo que a ellos les falta, en lo que ellos no hacen, ni entienden, ni van a entender. En lo que ellos no son.
En segundos fugaces me cuestiono si es necesario, si la bala impune de unos hijos de puta no demuestra una batalla inabarcable. Pero lo construido y lo que está siendo se realza ante su destrucción desorganizada. Y el amor y el odio se vuelven amantes, y es ahí donde todavía puedo verte.



Roberta Alba