viernes, 25 de noviembre de 2011

TESTIMONIOS AL AZAR - Serie I


Como es costumbre subimos algunos escritos de integrantes de Acción Artística. Estos textos, a diferencia de los que integran la antología No hay hogar como el hogar, no fueron elaborados con eje definido sino que Andrea y Olivia escribieron su testimonios libremente. Sin dilatar más la cuestión los dejamos con los textos. 

  
Vagón U-3724
Línea Roca
Constitución-La Plata.

No señora,
No señor, ustedes no me ven con cara rara… ellos me ven con cara rara.
Usted no me margina… usted por mas que me mire de esa manera… yo sé que no es usted… son ellos.
Los me asignaron un lugar donde vivir.
Usted no me vió (quizás nunca me va a ver)… pero escuchó hablar de mi cuando miraba a su hijo, o cuando se peinaba para salir.
Piensa de vez en cuando, “pobre gente, mucho frió para un par de diarios”.
Piensa también que no quiero trabajar.
No lo culpo, no es usted. Repito: no es usted, son ellos.
Los que me dan este olor. Asqueroso presiento, porque cada vez que paso a su lado se tapa con su bufanda. No la culpo señora, señor. Yo ya ni lo siento, y se imagina que con este frío y sin un techo donde caer muerto bañarse resulta un tanto incómodo, vio’.
Sé que estoy pidiéndole una moneda o lo que le sobró como vuelto… pero no es lo que quise ser de pibe… “wing izquierdo” a los 11, abogado como los de la tele a los 14. Esas puertas me las cerraron, no usted ni su compañero de trabajo… sino ellos.
Yo no le importo, y lo entiendo, ¿quién quiere escuchar lo que uno es? Prefiere seguir hablando con su marido o hija… no la culpo, ojala yo pudiera hacer lo mismo.
Su barba es casi como la mía, nada más que los baños de la estación no tienen espejos… por seguridad vio’… estos días están jodidos… pero no es por nosotros… Ya no hace falta decir de quién es la culpa, ¿no?
Espero que no haya sido una molestia (aunque seguramente no la dejé escuchar cómo su novio le decía “te amo” por teléfono). Parece un griterío o puro teatro, yo no lo quise de esta manera… usted me mira como por obligación de su cabeza, y no me gusta. Mire para otro lado si quiere… cuando salga de este tren me va a ver en casi cualquier esquina o estación. Probablemente esté haciendo lo mismo, o este laburando, o estudiando…
Pero más allá de la moneda, quería su atención…quiero que entienda que yo soy usted. Le agradezco por haberme dejado relatar SU historia.
Que tenga un buen día.
Andrea Minimal
Artistas en HLI
Ha transformar
A las 11, “wing izquierdo”.
A los pocos meses, cartonero.

Andrea Minimal

Una realidad difícil de (querer) leer
Yquee l fr í o,Y d   espués el calor. Q ue la hume dady el vi ento f u er t e.E s mic otid iano. Queelbar ro,  l o que se inund a, las zan jas, laluz, elga s (garra fao fu ego ene l c omed or), elag ua, mite cho, la l lu vi a, los ap a go n  es, los chis paz o s,lo sp unteros, el hambre, elóxido de mi techo,la b a sur a, el o lor, l as pie dr as  cua   do a ndo desc a lzo,  la go t er a .Esm ico tidia n o.
Andrea Minimal


I
Uno dos tres agujazos del reloj. La alarma. Los mismos 56 agujeros en la chapa. El piso frio. Un pie, el otro pie, los dos pies. Brazo derecho, brazo izquierdo ambos en el aire intentando arañar el techo. Un largo bostezo que nace desde mi estomago y pasea por todo mi cuerpo.  Mis ojos siempre con lagañas. Mi mano que las corre, el agua que las borra. La bocina del tren, ya son más de las cinco. El sonido derivado de la muerte de aquella gota de lluvia que segundos antes de ser cadáver, tenía tres veces el tamaño con el que partió. A riesgo de quedar sola, sus vecinas la acompañan. Un Plaf  tres segundos otro plaf tres segundos otro plaf.  El balde conteniendo sus restos. El pantalón, las herramientas, un beso en el hombro de Agustina que ahora se estira resoplando sobre mi lado de la cama.  Una zapatilla gastada, otra zapatilla gastada que esconde una piedra debajo de la plantilla. La puerta. El sonido del tren que pasa a ser un simple latido. Siempre el mismo esquive antes de llegar a la esquina. Las bolsas que el camión no se llevo, el coche estacionado en la vereda, el sorete del perro. La parada vacia. El bondi que salpica. El uno diez de siempre. Una persona que pide a timbres bajar en la esquina siguiente. Unos cuantos semáforos más tarde, y la puerta me escupe a las escaleras de la estación.  La actuación de una corrida (tengo monedas para volver) y acto seguido tengo un pie en el estribo.  Las diez cuadras a la fábrica, la bici de Fernando en el poste de siempre, el grito y el brazo de Jorge, bien alto en el cielo. Que no puedo hacer horas extras, que cumpleaños la gorda, que no me olvide del regalo, que prometo que la semana que viene. Un mate,  el botón amarillo para comenzar.  Dos visitas al baño, que hoy puedo un sanguche de milanesa, sin tomate por favor. Una hora que se hacen dos que se hacen seis que se hacen ocho. El poste de siempre ahora queda vacio. Un kiosco no me regala la muñeca para Martina. Diez cuadras en quince minutos. Un cuerpo mas en un vagón apestado mientras las nubes comienzan  a crispar otra vez. El grito de un gordo y transpirado inspector pidiendo el boleto hacia Lanus que nunca saque. Una siesta interrumpida,  los pies sobre el anden. Una parada atestada, un colectivo que transpira cansancio. Un timbre que habla por mi, y un pie, dos pies en el barro. Le gustara la muñeca? A los ocho siguen jugando con eso? Seguro esta la vieja en casa, menos mal que paro la lluvia. Una luz que se desprende de una ventana, la misma puerta de madera. Hola compañeros, perdón por la demora, como es el temario? Luchando frente a la rutina de siempre, con los goterones de siempre.
Olivia Duatra
Artista en HLI


II
Risas humo negro risas gritos un eructo camuflado entre palabras más risas su mirada mi mirada. Un instante. Centímetros que se hacen metros que se hacen eternos. Gritos humo blanco  ardor más ardor un estallido de lágrimas. Un pájaro despega, otro lo sigue. Mis ojos se cierran, fuertes hasta ver los corpúsculos luminosos que siempre me entretuvieron de chico. Mi cabeza chorreando de agua que es sangre que es agua que se hace sangre. Un tirón de brazo, un grito clavado en medio de la frente. El relampagueo  de mis zapatillas. El estruendo de sus botas.  Hijos de puta bailando a merced del pueblo. Silencio. Pulsión.
Olivia Duatra

miércoles, 9 de noviembre de 2011

TERRITORIO


El problema de la tierra y la  vivienda es una realidad que nos esta atravesando como país, así lo atestiguan los acontecimientos del Parque Indoamericano en Buenos Aires, donde 17 mil personas ocuparon un terreno; los reclamos en las rutas del Chaco de la organización  
Toba Qompi; las tomas de tierras en Tucumán, el acampe de los Qom, y las 700 familias en Jujuy que ocuparon un predio en Libertador Gral. San Martín, son solo de algunos de los episodios que han tenido lugar durante el último año.
Frente a este reclamo la única respuesta de los responsables que recibieron esas familias, sin una vivienda digna para vivir, fue siempre la misma: la censura, el silenciamiento, la represión  y la persecución.
Nosotros no podemos no escuchar ni ver esos reclamos, nos negamos acostumbrarnos a que la gente viva en la calle; nos negamos aceptar que se la ignore y golpe solo por pedir un techo para vivir dignamente. Por eso, desde la escritura queremos acercanos a esta problemática, pero no solo quedándonos en la esfera del arte sino también saliendo marchar junto con cada una de esas personas y familias que reclaman por un hogar.

NO HAY HOGAR COMO EL HOGAR

“La tierra es nuestra vida”
Lema Qom

I

El olor a esencia de jazmín lo tranquiliza. Palpa y siente la sábana de algodón, suave y tibia alrededor de su cuerpo, protegiendo ese sueño un poco agitado. Abre apenas los ojos y divisa dolorosamente los primeros rayos de sol en la habitación que se reluce en su blancura. Sonríe y se acurruca. Vuelve a inspirar profundamente para sentir el aroma a jazmín llegar a sus tripas.  Se emociona, el vértigo que le produce poder llevar tan lejos su somnolencia es estremecedor. Vuelve a sonreír, le fascina la perfecta recreación de aquel grueso colchón, de las sábanas limpias, del aire tan puro. Su divague lo divierte, la tenue sonrisa  es potencial de carcajada, el inmenso regocijo lo hace temblar y se le contrae el cuerpo; se ríe de sí mismo, de su ingenuidad lastimosa. Se revuelca y se ensucia. El polvillo se dispersa y lo hace toser, le duele la espalda. Una vez más se despierta congelado. La bolsa que cubría la ventana se había volado, el viento lo despertó.  
 Roberta Alba

II

Mi boca grita por un cigarrillo. Pie derecho en el aire, el traslado de peso hacia ese mismo pie. Comienza el caminar. Esquivar un pozo, la baldosa floja que se desquita con mi pantalón. Una leve torsión del cuello hacia la izquierda, ahora hacia la derecha, el colectivo está lejos. Lo que alguna vez fue una esquina, hoy son cascotes  pisoteados por uno, dos, 218 camiones. El bolsillo me devuelve el rostro un Mitre más arrugado que de costumbre, y a medida que mi mano recolecta las monedas, mi caminar va perdiendo su sonoridad.  Un kiosco que contiene una reja que contiene a un pibe al cual todavía le falta cumplir cuatro horas de encierro, para luego salir corriendo a escuchar a un tipo viejo hablar sobre como Napoleón hacia de las suyas en una Europa que no es la Europa de ahora.  Sobre la pared del mismo kiosco, la publicidad de una gaseosa que concede felicidad. Un vuelto que vale un caramelo que ahora se pega en mis dientes. Mis zapatillas que caminan por mí. Atrás el pibe, atrás el cartel, atrás las huellas de los ahora 219 camiones. Mi pulgar y la rueda del encendedor. Mi pulgar y la rueda del encendedor otra vez, y la llama aparece. Cierro los ojos, es la primera seca. Mis zapatillas se detienen frente al escalón.  El mismo mármol frío, pero parece haber cedido, encogiéndose unos centímetros. Como si no pudiese contener nuevamente mi tamaño. Una voz que acompaña un cuerpo pide permiso, acompañado de un baile improvisado, y me esquiva. Pisa mi cama, y con llave en mano atraviesa la puerta del edificio.

Olivia Duatra

III

APREHENDIENDO

Que dos por dos es cuatro. Que mi mamá me ama y que la vaca come pasto verde. Que si no fuese por La Pinta, Santa María y La Niña, todavía estaríamos con taparrabos hablando en un idioma inentendible. Que un caballo puede cruzar Los Andes y que el aceite caliente es la mejor defensa contra unos hombres que hablaban en algunos Yes y unos cuantos Hello.  Que las nenas son rosas y usan siempre pollera, y que los nenes son celestes, siempre con los pantalones bien puestos. Que los perros son enemigos de los gatos. Que los gatos comen ratones y que los ratones solo comen queso. Que las casas son siempre de dos pisos,  con muchas ventanas y con una chimenea que siempre esta prendida, a pesar de que el día esta con unas esponjosas nubes que apenas tapan a ese  sol que siempre está feliz. Que siempre esta hay cerca un árbol lleno de hojas verdes y que sus manzanas son siempre rojas. Que siempre hay flores de diferentes colores sobre el pasto verde y que siempre siempre siempre es así. 

¿Siempre?

Un perro flaco entra sin pedir permiso en la casa que no es de dos pisos, que no tiene muchas ventanas, pero siempre que llueve se llena de agua. El sol acá no está feliz y de esta casa no se desprende ese humo que siempre se asemeja a las nubes. El árbol no da manzanas, el pasto no es pasto sino que siempre es tierra. El aceite se usa para cocinar algunos fideos, el caballo siempre tira del carrito. Dos por dos sigue siendo cuatro, mi mamá me sigue amando, y comemos asado siempre que ninguno de mis hermanitos se enferme. Siempre.
Olivia Duatra


IV

Yo tengo una casita que es así y así (algunos ladrillos, maderas de diferentes tamaños y  techo de chapa), y por la chimenea sale el humo así y así (El calor que desprenda la garrafa), para entrar hay que golpear así y así (Cinco aplausos y me asomo por cortina) y lustrarse los zapatos así, así y así (La escoba destinada a juntar lo que ayer fue barro y hoy es tierra seca).
Olivia Duatra

V
LÍNEAS

1.
Lluvia: recordatorio de que la ambulancia al barrio no entra.

2.
Un pibe que se bautiza, es aquel que cae en la zanja por primera vez.
Andrea Minimal