lunes, 9 de enero de 2012

No saque la mano Antonio

Comienzan a deslizarse. Un segundo.  Dos segundos y su propio peso los condena a tomar velocidad. Estamos en presencia de su inminente final: mueren  despedazados 500 gramos de fideos moñitos. Mi brazo se aliviana. Zapatillas de lona, zapatos de oficina, alpargatas aujeredas,  cada cual marca su ritmo y me obligan a despertar nuevamente entre las estanterías.  Muchas corridas. Una corrida en particular contiene una patada que esconde el cadáver del paquete debajo de aquel flaco changuito. Dale apurate, apurate apurate apurate. Que mejor arroz, mucho arroz. Que hace calor para polenta, que mejor arroz  y fideos. Algo de pan, unas varias milanesas sin cocinar y algunas de latas que sobrevivieron a unos cuantos manotazos. Toda una escultura. Todo un tetris de comida y de vida sobre mi brazo. Busco un apoyo sobre mi abdomen que cada día esta mas hundido. Cada vez más cercano a acariciar mis costillas. El hambre es mucho, el calor no ayuda, y sus palabras en la tele ya no las escucho. Hay que comer, hay que pensar, hay que luchar. Hay que comer, hay que pensar, no hay que dejar de luchar. Mi estomago me da de tirones y me empuja a salir por esa puerta que hasta ayer contenía un colorido cartel que contenía un cordial saludo que contenía un vuelva pronto, lo estaremos esperando. Esperar  esperanza. Esperar espina. Esperar es pena. Esperar se hace áspero. Hacer se hace vida. Vivir se hace vida. Comer se hace vida. Pensar se hace vida. Luchar es vida. 


                                                                                                                 Olivia Duatra
Artista en HLI